La autoestima en los adolescentes y la educación

La autoestima en los adolescentes y la educación

Por: Yadira Azalea Hernández López

Mtra. en Terapia Familiar

Introducción:

La autoestima es de vital importancia en el desarrollo psicobiosocial de toda persona. Desde la infancia hasta la adultez, existen diversos factores que influyen en su fortalecimiento o decremento, motivo por el cual, la adolescencia se convierte en un periodo vulnerable para su establecimiento.

Siendo la adolescencia un periodo de inestabilidad, se considera necesario ayudar a los jóvenes a consolidar positivamente su autoestima, puesto que repercute inevitablemente en varios aspectos de su vida, que a continuación se mencionan algunos.

Dentro del área educativa, permite la agilización del aprendizaje al propiciar autoconfianza y entusiasmo en la ejecución de actividades escolares, ya sean individuales, en equipos o comunitarias, que inevitablemente repercutirá en la mejora del desempeño académico y en la adquisición de competencias educativas.

Permite superar las dificultades personales al no ser experimentadas como fracasos, por el contrario, desde una visión saludable, serán propicios para el desarrollo y formación de experiencias que permitan el crecimiento personal. Fundamenta la responsabilidad, es decir, la autoestima permite que las personas se comprometan con mayor facilidad en las actividades que realizan. También propicia el desarrollo de la creatividad en todos los sentidos (escolares, familiares, sociales).

La autonomía personal es incrementada al favorecer la independencia, la toma de decisiones y la elección de actitudes correspondientes a cada situación vivenciada.

Por otra parte, la autoestima fomenta el establecimiento de relaciones saludables sanas, al tratar a otras personas con aceptación, respeto e igualdad, sin importar la condición social. Asegura planes para el futuro, una persona con autoestima, se permite establecer expectativas (metas), mejorar su desempeño y tener aspiraciones de acuerdo a sus necesidades.

Éstas son algunas de los mejoras que se obtienen cuando el alumno tiene una autoestima saludable, lo que conlleva a la búsqueda de soluciones viables ante las dificultades experimentadas. En concreto, los (as) adolescentes pueden obtener recursos propios para conocerse mejor, acrecentar sus habilidades y establecer un proyecto de vida.

Por lo tanto, el interés de establecer un taller de autoestima, se vincula a la necesidad de propiciar en los estudiantes el autoconocimiento, la autoconfianza, la autoevaluación, el autoconcepto y el autorespeto, que llevará a fomentar un desarrollo integral y positivo, otorgando herramientas a los adolescentes para consolidar su vida en beneficio propio, familiar y social.

1.- La autoestima en los adolescentes

La adolescencia es uno de los periodos más críticos para el desarrollo de la autoestima; es la etapa en la que la persona necesita hacerse con una firme IDENTIDAD, es decir, saberse individuo distinto a los demás, conocer sus posibilidades, su talento y sentirse valioso como persona que avanza hacia un futuro.
Durante la adolescencia se manifiestan ciertos cambios a nivel socio-afectivo, físico y cognoscitivo, se desarrollan además la capacidad de reflexionar y pensar sobre uno/a mismo/a y de aceptar una nueva imagen corporal. Al hacerlo, el o la adolescente se formula una serie de preguntas sobre sí mismo, por ejemplo «¿soy atractivo?» «¿soy inteligente?» «¿soy aceptado por mis compañeros?» Gradualmente empieza a separar lo que cree que es verdad sobre sí mismo/a de lo que considera erróneo y a formularse sus propios conceptos sobre su persona. Cuanto mayor sea la aceptación que se siente, tanto en la familia como en los/as compañeros/as, mayores serán las posibilidades de éxito.
En la adolescencia tanto el grupo familiar, el de la escuela, los amigos, los medios de comunicación contribuyen a moldear la autoestima. Pero en esta etapa se conjugan otros elementos, pues durante la adolescencia la autoestima tiende a debilitarse.
Una buena dosis de autoestima es uno de los recursos más valiosos de que puede disponer un adolescente. Un adolescente con autoestima aprende más eficazmente, desarrolla relaciones mucho más gratas, está más capacitado para aprovechar las oportunidades que se le presenten, para trabajar productivamente y ser autosuficiente, posee una mayor conciencia del rumbo que sigue. Y lo que es más, si el adolescente termina esta etapa de su vida con una autoestima fuerte y bien desarrollada podrá entrar en la vida adulta con buena parte de los cimientos necesarios para llevar una existencia productiva y satisfactoria.
Ruth Strang (1957) identificó cuatro dimensiones básicas del yo:
Primero.- Un auto concepto general, que consiste en la percepción global que el adolescente tiene de sus capacidades y su status, y de los roles del mundo externo.
Segundo.- Auto conceptos temporales o cambiantes, influidos por las experiencias actuales; por ejemplo, el comentario crítico de un maestro, puede producir un sentimiento temporal de minusvalía.
Tercero.- Los adolescentes tienen un yo social, su yo, en las relaciones con los demás, y el yo al que otros reaccionan. Como decía un adolescente: «me gusta la forma en que la gente me responde, hace que me sienta bien conmigo mismo». Algunos adolescentes piensan en sí mismos sólo de manera negativa, porque creen que no agradan a los demás. Una influencia importante sobre el auto concepto, es la forma en que se sienten los adolescentes en los grupos sociales.
Cuarto.- a los adolescentes les gustaría ser el yo ideal que han conceptualizado. Esas imágenes proyectadas pueden ser realistas o no; imaginar ser lo que nunca serán, puede conducirlos a la frustración y al desencanto. En otras ocasiones los adolescentes proyectan una imagen idealizada y luego se esfuerzan por convertirse en esa persona. Quienes disfrutan de una mejor salud emocional, suelen ser aquellos cuyo yo real, se aproxima al yo ideal proyectado, y quienes pueden aceptarse como son.

2.- La autoestima en la educación

Desde la década de 1990, con el desarrollo de las corrientes pedagógicas cognitiva y humanista a finales del siglo XX, y por consiguiente el énfasis en la personalidad, el aprendiz y su proceso de aprendizaje, la autoestima ha pasado a engrosar las filas de los conceptos esenciales de la educación en el mundo de la pedagogía científica. Esto se debe a que en la época actual han aumentado las tensiones que intervienen en el dominio de las relaciones humanas debido al terrible progreso realizado por el hombre en el dominio del espacio, el átomo, la molécula y en el desarrollo de la ciencia y la técnica.
Para la pedagogía cubana, seguidora de las ideas humanistas de José Martí y otros pedagogos cubanos, del enfoque histórico-cultural de Vigotsky, y resultado de una rica experiencia pedagógica en la etapa revolucionaria desde 1959, la autoestima se convierte en objeto de estudio e investigación debido a su papel en la educación de las nuevas generaciones, en la formación de una cultura general e integral de la población y en la formación de una cultura general e integral de la población y en la instrumentación de principios pedagógicos como son el desarrollo de estrategias de aprendizaje, la unidad de lo cognitivo y lo afectivo, y la formación de un estudiante participante activo en la transformación de la sociedad. Su importancia no se reduce a la escuela sino que es esencial en la educación familiar y en la educación comunitaria.
Por otra parte no se limita a una etapa en la vida sino que constituye un detonador e impulsor de la actividad del individuo durante toda su vida: niño, adolescente, joven y adulto. La autoestima influye directamente en la identidad del maestro y del alumno, como expresión de las influencias históricas, sociológicas, psicológicas y culturales que le dan forma a la identidad de ambos.
La práctica pedagógica demuestra que el proceso permanente de diagnóstico identifica los conocimientos y habilidades que posee el alumno así como sus características personales y factores sociales de su entorno, sin embargo, muy pocos diagnósticos conciben el estudio de la autoestima de los alumnos, debido fundamentalmente a la falta de conocimiento teórico al respecto y a falta de instrumentos que permitan medir el nivel de desarrollo de un proceso interno como es la autoestima.
Si se asume teóricamente que existe una relación directamente proporcional entre los niveles de autoestima y los niveles de aprendizaje, entonces aumentar la autoestima de los alumnos significa mejorar sus niveles de aprendizaje y de igual forma las posibilidades de éxito de estos en la vida privada y profesional. Estudios exploratorios en el ISP de Pinar del Río demuestran estas teorías, aunque las muestras aún son insuficientes. En una escala de 1 a 10 se midió la autoestima a 250 sujetos en su papel de estudiantes de cursos y aquellos con mayores niveles de autoestima (más del 80%) coincidían con los mejores resultados académicos. De igual forma se midió la autoestima de 10 profesionales de reconocido prestigio y todos tenían la autoestima entre 85 y 100 puntos. En estos casos la autoestima, a decir de los sujetos, actúa como causa y efecto del progreso y los éxitos.
El maestro posee los recursos necesarios para aumentar la autoestima del alumno en tanto que ambos poseen la capacidad de comprender y amar. Existen procedimientos de enseñanza que fortalecen y desarrollan la autoestima y que tanto el maestro como los alumnos y las demás personas pueden y deben practicar en la familia, la escuela y la comunidad.
A continuación algunos consejos y procedimientos:
1. Respetar el trabajo y el esfuerzo que realizan los alumnos.
2. estimularlos a emprender acciones y reconocerle sus éxitos.
3. Estimularlos y ayudarlos a la realización de ejercicios físicos.
4. Crearles ambientes de tranquilidad, seguridad y confianza.
5. Ayudarlos a solucionar problemas de aprendizaje y educación.
6. Inculcarles la idea de que sí pueden y son capaces.
7. Evaluarles el proceso de aprendizaje tanto como los resultados.
8. Enfatizar en sus actitudes tanto como en los conocimientos.
9. Enseñarles a sentarse relajadamente y respirar profundamente.
10. Desarrollarles habilidades para relacionarse con los demás.
11. Enseñarlos con el ejemplo personal a amarse a sí mismos, a la familia, a los amigos, a la patria, a la naturaleza, y a la sociedad.
El reto de la escuela consiste en educar las nuevas generaciones, y la autoestima también se educa y se desarrolla. La idea del cambio en sí mismo es esencial tanto para los propios maestros como para los alumnos. Para querer a los demás es necesario aprender a quererse a sí mismo en tanto que cuando uno se quiere más, el mundo lo quiere más y uno quiere más el mundo. Los primeros que debemos cambiar somos los maestros que nunca podemos estar conformes con lo que hacemos y cómo somos, pues tenemos mucho que mejorar dentro de la inmensa obra de paz y justicia social que realizamos.
La autoestima constituye un objeto de estudio esencial dentro de la pedagogía cubana en tanto que existe e influye significativamente en la actitud y actividad no sólo del alumno sino también de los miembros de la familia y de toda la comunidad.
2.7 Autoestima y proyecto de vida

La autoestima es como el lubricante de un círculo beneficioso que facilita el funcionamiento correcto de todo nuestro sistema. El sistema inmunológico frente a las tensiones y dificultades que se nos presentan todos los días.
La autoconsciencia del yo y el amor propio consolidan la autoestima. Esta genera aceptación, respeto hacia nosotros mismos y nosotras mismas e interés por nuestro desarrollo. Al final, como fruto de todo el proceso encontramos el proyecto de vida que abre una puerta al futuro y a las demás personas.
El proyecto de vida propio se asienta en las consecuencias inmediatas de la autoestima. El proyecto o plan de vida es como el crédito que nos damos para vivir.
El plan de vida es saber a qué me interesa dedicar mi tiempo, qué tengo que hacer hoy, según la meta que se persigue, orienta y da sentido al esfuerzo propio. Sin embargo, hay que recordar lo que dice “El Principito”: “Todo recto, no se puede ir muy lejos”.
Y así es. Un plan viable ha de ser flexible. Hemos de aprender a hacer astutos en la vida. Hay que aprender a caminar en zigzag, a sabiendas de adónde vamos y qué queremos conseguir.
Saber:
• Qué quiero, en función de mis intereses y aficiones.
• Qué me conviene, en tenor del aprecio y respeto que tengo por mí.
• Qué puedo, según sean mi competencia, habilidades y formación.
Son tres condiciones sencillas para esbozar un plan que habrá que revisarse todos los días, con objeto de acelerar o frenar la marcha, fijarse un objetivo más ambicioso o más modesto, recurrir a estos medios o pedir tal o cual ayuda, contar con estas personas o aquellas.
Por otra parte, el plan de vida es un generador de estabilidad, que repercute en:
• La seguridad y confianza en la propia persona.
• La eficacia en las tareas.
• La cultura del logro.
En cuanto a los tiempos, es suficiente anticipar, con una cierta precisión, el logro a conseguir la semana que viene y, con mayor amplitud, los objetivos a alcanzar dentro de un mes o un año. Es todo cuanto se necesita para comenzar el camino, aunque se desconozca todo lo demás. Elegir un proyecto de vida ayuda a planificar metas a corto y largo plazo, a luchar por ellas y encauzar la energía de forma positiva. Además, el saber a dónde se va y como se va a hacerlo, hará que uno se sienta más seguro de sí mismo y que se desarrolle una alta autoestima. Por eso es importante que los padres ayuden a su hijo adolescente en esta tarea.
Para poder elegir un proyecto de vida es imprescindible que los jóvenes se conozcan a sí mismos y que se sientan libres para tomar sus decisiones. Es una tarea importante para los padres que hagan saber a sus hijos que están a su lado para apoyarlos en lo que decidan.
Este proyecto de vida iniciado en la adolescencia nos guiará toda la vida y se debe ir actualizándolo constantemente según las nuevas relaciones y metas que se vayan consiguiendo.

FUENTES DE INFORMACION

 

 

ACOSTA PADRON, Rodolfo y HERNANDEZ, José Alfonso. LA AUTOESTIMA EN LA EDUCACIÓN. Límite (Arica). [online]. dic. 2004, no.11 [citado 21 Febrero 2011], p.82-95. Disponible en la World Wide Web: <http://aridaterra.uta.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0718-13612004001100004&lng=es&nrm=iso&gt;. ISSN 0718-1361.

Clemente-Estevan, Hernández-Blasi; 1996; Contextos de desarrollo psicológico y educación; España; Ed. Aljibe

Hernández-López, Yadira; 2009; Adolescencia, educación y familia en Funcionamiento familiar de alumnos con alto rendimiento escolar; México; Ed. Amate

Massó, Francisco; 2003; Autoestima en Guía para la prevención de los trastornos del comportamiento alimentario (anorexia y bulimia); extraído el 21/Feb/2011 de http://es.salut.conecta.it/pdf/injuve/IIguianorexia_4.pdf

Marsellach-Umbert, Gloria; La autoestima en niños y adolescentes; extraído el 21/Feb/2011 de http://www.ciudadfutura.com/psico/articulos

Woolfolk, Anita; 2006; Psicología educativa; México; Ed. Pearson

Publicado el abril 9, 2013 en Autoestima: adolescencia y educación y etiquetado en , , . Guarda el enlace permanente. Deja un comentario.

Deja un comentario